Enfermedades respiratorias de invierno e inmunonutrición

Por Lissette Gallardo Toledo, docente de la carrera de Nutrición y Dietética de Universidad Santo Tomás Puerto Montt.

 

Llega la temporada de invierno y con ella, enfermedades respiratorias como el virus sincicial, influenza o el resfrío común, las cuales tienen diferentes tratamientos, especialmente farmacológicos, pero también hay terapias alternativas y una opción coadyuvante es la alimentación.

¿Qué es la inmunonutrición? El sistema inmune es una compleja red de defensa; protege al organismo frente a agentes potencialmente dañinos y puede responder ante millones de estos. La nutrición juega un rol activo en el desarrollo de este y colabora en su buen funcionamiento a lo largo nuestra vida.

Hay tipos de alimentación que se consideran “proinflamatorias” por la alta ingesta de alimentos ultra procesados, azúcares, carnes rojas, entre otros que se relacionan con una supresión del sistema inmune y, por lo tanto, nos hace más susceptibles al contagio de enfermedades respiratorias.

Mantener en equilibrio el microbiota intestinal es primordial pues constituye nuestra primera línea defensiva y, por lo tanto, resulta preventivo frente al contagio. Alimentos fuentes de pre y probióticos son fermentados como el kéfir o la kombucha, yogurt, frutas y verduras debido a su alto contenido de fibra.

Vitamina C: tiene un potente efecto antioxidante lo que evita que se instalen las toxinas de patógenos y estimula las células que forman parte de nuestra inmunidad, pero algunas investigaciones demuestran que los suplementos de esta no reducen el riesgo de resfriarse y tampoco son de utilidad una vez comenzados los síntomas, pero sí se podría cursar resfriados de menor duración o síntomas algo más leves, según National Institute of Health.

Zinc: regula la respuesta inmune frente a patógenos, es decir, que, ante los estímulos antigénicos, este decide la conducta que debe tomar el sistema inmunológico, por lo cual, es fundamental para su correcto funcionamiento. Algunas fuentes de este mineral son las carnes rojas, algunos mariscos, leche y sus derivados.

Las vitaminas A, D, E y el omega 3 también presentan efectos inmunoestimuladores. Pero la mayoría de los resultados apuntan a un efecto profiláctico y no como línea de tratamiento frente a afecciones respiratorias.

En síntesis, no es imperativo suplementarse, cuando podemos cubrir las necesidades de estos nutrientes por medio de una alimentación saludable y se debe complementar con la vacunación oportuna, ventilación de espacios cerrados y el lavado de manos.