Replantear la clase de religión: un enfoque inclusivo y no confesional en la educación chilena
Un análisis realizado por el investigador postdoctoral de la Universidad de O’Higgins (UOH), Carmelo Galioto, y el profesor asociado de la Universidad Adolfo Ibáñez, Cristóbal Bellolio, plantea la necesidad de que la clase de religión llegue a todos los/as estudiantes sin exclusión, rescatando la riqueza de los diversos credos existentes y el aporte que hacen a la formación integral de las personas.
Tradicionalmente, las clases de religión en Chile, corresponden, en la mayoría de los colegios, a clases sobre la religión católica y evangélica, y los apoderados que optan porque sus pupilos no participen en ellas, tienen como opción pedirlo al respectivo establecimiento.
El investigador postdoctoral del Instituto de Ciencias de la Educación (ICEd) de la Universidad de O’Higgins (UOH), Carmelo Galioto, explica que en Chile -y desde el año 1983- el Decreto Ley N° 924 establece las reglas para la clase de religión en las escuelas y colegios de Chile. Decreto que -a juicio de los investigadores- se cruza con el Artículo N°2 de la Ley General de Educación, que plantea que “tenemos que fomentar, a través de los procesos educativos, los desarrollos de las dimensiones física, intelectual, moral, cognitiva y espiritual del ser humano”.
“La religión aportaría, no como único elemento, a la dimensión espiritual, que no se agota en la religión”, precisa Carmelo Galioto.
El investigador UOH sostiene que el Decreto 924 tiene “varios límites y es anticuado, y uno de los pocos que quedan del legado de la dictadura”. Sin embargo, rescata que este Decreto establece que la religión enseñada no debe ser una sola, “como pasa en países como en Italia, sino que, en principio, se debería dar la posibilidad de enseñar distintos credos y, de hecho, en Chile, existen 17 planes y programas aprobados por el Ministerio de Educación y que permiten dictar clases de religión que abordan desde la ortodoxa, pasando por la judía y la bahai, llegando a la católica y la evangélica de varios tipos”. Sin embargo, Carmelo Galioto sostiene que el gran detalle del Decreto 924 es que “vincula o asocia a una confesionalidad la clase de religión. Entonces, la lectura que hacemos -junto a Cristóbal Bellolio- desde la filosofía de la educación y la filosofía política, es que se debe generar una propuesta que permita llegar a todos/as y que no sea exclusiva ni excluyente”.
Y para ello, proponen entender que la religión, desde la mirada de la formación integral del ser humano y como componente curricular de una escuela que contribuye a ello, tiene “un rasgo antropológico, cultural, existencial y que también es cívico, porque sabemos que la religión entra en el espacio público, opina en él, que es lo cívico. Debemos formar ciudadanos/as integrales que sepan no atacarse por diferencias religiosas; asimismo, sabemos que la religión colabora a responder las principales preguntas que nos hacemos los seres humanos, cómo es hacía donde vamos, de dónde venimos, entre otras”.
Carmelo Galioto y Cristóbal Bellolio exponen su análisis en la revista International Journal of Educational Developtment (de junio de 2023) donde proponen que las clases de religión sean concebidas como un bien educativo, pues “nosotros planteamos que tiene dignidad de bien educativo, tiene dignidad curricular y merece estar en el colegio”. No obstante, reconocen que, para ello, se necesita “una reforma al Decreto 924 y proponemos que se avance a una clase de religión que sea no confesional, y que aborde la religión como un fenómeno humano, típicamente humano”.
Diversas miradas
Precisan que esta mirada, se contrapone con la de “los movimientos laicistas que piden ‘nada de religión en la escuela porque es un tema demasiado controversial, privado’ y otros sostienen que ‘no tiene fundamento epistemológico, frente al avance de la ciencia’. Lo plantean casi como un pensamiento mágico. Sin embargo, nosotros creemos que cada credo tiene algo que aportar a la formación integral del ser humano y que el punto es superar el confesionalismo, que el fin no es adoctrinar acerca de una religión específica, sino que rescatar el conocimiento de lo que implica la religiosidad o el conjunto de religiones”.
Para realizar este trabajo, explica Carmelo Galioto, tomaron “el texto del Decreto 924 y lo cruzaron con dos fuentes. Uno, los estudios ya disponibles (que son muy pocos) y uno de los cuales corresponde a la investigadora Loreto Moya (y su equipo de trabajo) de la Universidad Católica de Valparaíso, que han hecho una sistematización de cómo se está implementando este Decreto, en escuelas públicas y donde señalan varios límites que posee el Decreto. El segundo, nuestro bagaje desde la filosofía política y la educación. Así, construimos este análisis, que no es un estudio empírico, que plantea los temas normativos que están involucrados y muestra hacía dónde deberíamos ir. Es una propuesta a debatir”.
“Creemos que hay que rescatar valores, ritos, tomando lo más representativo de las regiones, de los pueblos ancestrales y diseñar un nuevo módulo, una nueva propuesta de clase religión; pero eso significa convocar no solo al Estado como Mineduc, sino que convocar a un nuevo estudio que incorpore no solo a los colegios públicos, sino que a los particulares subvencionados y a los privados y a actores de las diversas religiones. Deben estar en este trabajo quienes desarrollaron los 17 planes y programas de religión autorizados, que hoy existen, así como involucrar a la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos, ONAR, es decir, movilizar un conjunto de actores”, puntualiza Carmelo Galioto.
Existencia de avances
¿Hay avances en Chile que permitan avizorar un cambio en la clase religión?
“Se ve interés en los actores, pero de nicho, no hay una nueva política pública al respecto. Hay también un vacío investigativo, falta saber qué se está ofreciendo en Chile, porque el estudio de Loreto Moya solo aborda las escuelas públicas donde la mayoría son católicos y evangélicos.
Asimismo, la Red Interreligiosa Latinoamericana de Educación para la Paz (RILEP), entidad que reúne a una red de organizaciones sin fines de lucro que buscan favorecer actividades de promoción para la educación para la paz y la buena convivencia, han desarrollado una propuesta de módulo educativo de carácter interreligioso, no confesional y están en conversaciones con municipios para ver si es posible, en algún momento, implementarlo. Esta iniciativa rescata el valor que tiene la religión desde los cuatro pilares de la formación humana: antropológico, cultural, existencial y cívico.
Y otra experiencia que pude conocer es la que desarrolla el Liceo Doctor Juan Verdaguier Planas de Recoleta con su taller ‘Multiculturalidad, Arte y Diálogo Interreligioso’. Ellos han realizado esta actividad, en la que participan estudiantes de enseñanza básica y media, los que, junto a su profesor de filosofía y religión, muestran los resultados de sus indagaciones, trabajos, consultas y reflexiones, sobre los diversos credos y espiritualidades de cada continente. Estos trabajos los comparten en una muestra a la que asisten, no solo la comunidad educativa del colegio, sino que representantes de religiones y también del mundo de la investigación.
En este tema, es importante abrir un debate público informado desde distintos ámbitos, no solo desde la mirada de los académicos, sino que desde los distintos actores”.